El cuento del predicador
Un anciano predicador fue llamado en cierta ocasión al palacio de un hombre poderoso, con el fin de instruirle en las ciencias y en la religión.
El anciano aceptó la propuesta y se encaminó hacia la vivienda del gran señor. Y de esta manera, después de largos días de camino, llegó al palacio y fue recibido amablemente por los cortesanos y comenzó a ilustrar a su alumno. Leyó ante él pasajes del Corán, los comentó, hizo escribir en tablillas toda suerte de escrituras, le aconsejó, le previno y consiguió hacer de aquel hombre una persona culta y refinada.
Y cierto día, cuando después de un largo tiempo las clases se acercaban a su fin, el anciano predicador fue reclamado a las presencias del hombre poderoso, que le recibió con desdén y le dijo: “Sábete, oh anciano inútil, que ya no necesito de tus servicios. Soy poderoso en riquezas y además poseo conocimientos de un sabio. Soy, pues, igual a ti y aun mayor que tú. Ahora, vete”.
Y el anciano se entristeció grandemente y se dispuso a salir. Mas antes de traspasar la puerta se volvió y con acento severo dijo al gran señor: “Te falta algo para igualarte a mí, oh hombre insensato. Cuando llegues al grado de pobreza en el que estoy yo, cuando hayas llegado a mi pueblo tras un penoso camino y te arrojen de él como tú haces conmigo, cuando te veas errante por los secos caminos del desierto con el corazón triste y rotas tus esperanzas, cuando sientas al final de tus días que el desprecio se arroja sobre tu alma, entonces podrás decir con verdad que me igualas o incluso que eres mayor que yo”.
Y el anciano predicador se puso en camino y se perdió entre las dunas de la llanura desértica y no volvió a saberse nada de él.
ANÓNIMO
Cuento zen
El duque Mu de Chin dijo a Po Lo: «Ya estás cargado de años. ¿Hay algún miembro de tu familia a quien pueda encomendarle que me busque caballos?» Po Lo respondió: «Un buen caballo puede ser elegido por su estructura general y su apariencia. Pero el mejor caballo, el que no levanta polvo ni deja huellas, es en cierto modo evanescente y fugaz, esquivo como el aire sutil. El talento de mis hijos es de nivel inferior; cuando ven caballos pueden señalar a uno bueno, pero no al mejor. No obstante, tengo un amigo, un tal Chiu-fang Kao, vendedor de vegetales y combustible, que en cosas de caballos no es en modo alguno inferior a mí. Te ruego que lo veas».
El duque Mu así lo hizo y después lo envió en busca de un corcel. Tres meses más tarde volvió con la noticia de que había encontrado uno. «Ahora está en Sach’iu», añadió. «¿Qué clase de caballo es?», preguntó el duque. «Oh, es una yegua baya», fue la respuesta. ¡Pero alguien fue a buscarlo, y el animal resultó ser un padrillo renegrido! Muy disgustado, el duque mandó a buscar a Po Lo. «Ese amigo tuyo —dijo— a quien le encargué que me buscara un caballo, se ha hecho un buen lío. ¡Ni siquiera sabe distinguir el color o el sexo de un animal! ¿Qué diablos puede saber de caballos?» Po Lo lanzó un profundo suspiro de satisfacción. «¿Ha llegado realmente tan lejos? —exclamó—. Ah, entonces vale diez mil veces más que yo. No hay comparación entre nosotros. Lo que Kao tiene en cuenta es el mecanismo espiritual. Se asegura de lo esencial y olvida los detalles triviales; atento a las cualidades interiores, pierde de vista las exteriores. Ve lo que quiere ver y no lo que no quiere ver. Mira las cosas que debe mirar y descuida las que no es necesario mirar. Kao es un juez tan perspicaz en materia de caballos, que puede juzgar de algo más que de caballos.»
Cuando el caballo llegó, resultó ser un animal superior.
SALINGER, J. D. (EEUU 1919-2010)
Apariciones
Gonzalo de la Torre y Molsalve refiere que en el Santiago de 1619, el fantasma de Doña Javiera se paseaba por los salones de la Casa de Moneda totalmente desnuda y con una navaja en la mano con el propósito de ahuyentar los malos espíritus. Hoy el Palacio es la Casa de Gobierno y algunos testigos insisten en la presencia de un inusual homicida que habitó entre los años 1973 y 1988 y que aún no puede ser desenmascarado ni por los vivos ni por el espíritu de la infatigable Doña Javiera.
VALDÉS, MAX (Chile 1963)
Juicio del río
En el año 1750 antes de nuestra era, entre el Tigris y el Éufrates reinaba el emperador Hammurabi.
Este supremo magistrado consideró que sobre los hombres no debía imponerse el poder del puño sino el poder del derecho, entonces redactó su Código. Como el emperador nació en el luminoso rincón del mundo (1) donde los hombres inventaron la escritura, el Código fue esculpido en una gran estela de diorita (2). Este es el primer monumento legal de la historia de la humanidad conocido como el Código de Hammurabi. Allí se dispuso: “el acusado será lanzado al río. Si muere, su acusador tomará su casa. Si el río lo respeta y no se ahoga, tomará la casa de su acusador, quien será condenado a muerte”.
(1) El mundo no tiene rincones sombríos, las sombras sólo reinan en los cerebros de los invasores.
(2) La estela de Hammurabi fue capturada años ha para encerrarla en un recinto al que, según parece, aún no acceden otros invasores.
VIDAL, VIRGINIA (Chile 1932-2016)
El agua del Paraíso
Un beduino seco y miserable, que se llamaba Harith, vivía desde siempre en el desierto. Se desplazaba de un sitio a otro con su mujer Nafisa. Hierba seca para su camello, insectos, de vez en cuando un puñado de dátiles, un poco de leche: una vida dura y amenazada. Harith cazaba las ratas del desierto para apoderarse de su piel y hacía cuerdas con las fibras de las palmeras, que intentaba vender en las caravanas.
Solo bebía el agua salobre que encontraba en los pozos enfangados.
Un día apareció un nuevo río en la arena. Harith probó aquella agua desconocida, que era amarga y salada, e incluso un poco turbia. Pero le pareció que el agua del verdadero paraíso acababa de deslizarse por su garganta.
Llenó dos botas de piel de cabra, una para él y otra el califa Harun al-Rasid, y se puso en camino hacia Bagdad. A su llegada, tras un penoso viaje, le contó su historia a a los guardias, según la práctica establecida, y fue admitido ante el califa. Harith se postró ante el Comendador de los Creyentes y le dijo:
-No soy más que un pobre beduino, ligado al desierto donde el destino me ha hecho nacer. No conozco nada más que el desierto, pero lo conozco bien. Conozco todas las aguas que allí se pueden encontrar. Por eso he decidido traértela para que la pruebes.
Harun al-Rasid se hizo traer un cubilete y probó el agua del río amargo. Toda la corte lo observaba. Bebió un buen trago y su rostro no expresó ningún sentimiento. Se quedó pensativo un instante y entonces con fuerza repentina pidió que el hombre fuera llevado y encerrado, con la orden estricta de que no viese a nadie. El beduino, sorprendido y decepcionado, fue encerrado en una celda.
-Lo que nada es para nosotros lo es todo para él. Lo que para él es el agua del Paraíso no es más que una desagradable bebida para nosotros. Pero tenemos que pensar en la felicidad de ese hombre -dijo el califa a las personas de su entorno, curiosos por su decisión.
Al caer la noche hizo llamar al beduino. Dio la orden a sus guardias de que lo acompañasen de inmediato fuera de la ciudad, hasta la entrada del desierto, sin permitirle ver ni el río Tigris ni ninguna de las fuentes de la ciudad, sin darle otra agua que la suya para beber. Cuando el beduino se iba del palacio en la oscuridad de la noche, vio por última vez al califa. Éste le dio mil monedas de oro y le dijo:
-Te doy las gracias. Te nombro guardián del agua del Paraíso. La administrarás en mi nombre. Vigílala y protégela. Que todos los viajeros sepan que te he nombrado para tal puesto.
El beduino, feliz, besó la mano del califa y regresó rápidamente a su desierto.
ANÓNIMO ÁRABE
La mariposa (composición escolar)
Miro la agonía de una vieja falena destruida por el mediodía clarísimo. Agita, sobre el césped, las alas carcomidas y sólo las nervaduras deshilachadas se mueven a veces, espasmódicamente, como en una memoria torpe de aleteo. Me acerco a contemplarla. Es un simulacro perfecto de la descomposición de la materia orgánica. Parece que está muerta; pero mi cercanía provoca unos sacudimientos convulsivos y desfallecientes. Otra vez intenta incorporarse en un remedo impotente de vuelo; pero las alas decrépitas sólo se agitan como si fueran estertores.
La está devorando el dios del mediodía que sólo se alimenta de viejas mariposas.
La mariposa es un animal instantáneo inventado por los chinos. Estos objetos se fabrican, generalmente, de finísimas astillas de bambú que forman el cuerpo y las nervaduras de las alas. Éstas están forradas de papel de arroz muy fino o de seda pura y son decoradas mediante un procedimiento casi desconocido de la pintura secreta china llamado Fen hua y que consiste en esparcir sutilmente unos polvillos coloreados sobre una superficie captante o prensil formando así los caprichosos diseños visibles en sus alas. En el interior del cuerpo llevan un pedacito de papel de arroz con el ideograma mariposa que tiene poderes mágicos. Los fabricantes de mariposas aseguran que este talismán es el que les permite volar. Los que se ocupan de estas cosas, los letrados –censores o sinodales-, también algunos de nuestros generales que con frecuencia consultan el augurio llamado de la mariposa o Pu hu, para saber el resultado de las campañas que emprenden, dicen que las mariposas fueron inventadas, como todas las cosas que hay en China, por el Emperador Amarillo que vivió en la época legendaria del Fénix y a quien también se debe la invención de la escritura, de las mujeres y del mundo.
ELIZONDO, SALVADOR (México 1932-2006)
La voz del silencio
En una de las visitas que como remanso en la lucha diaria hago a la vetusta y silenciosa Toledo, sucedieron estos pequeños acontecimientos que, agrandados por mi fantasía, traslado a las blancas cuartillas. Vagaba una tarde por las estrechas calles de la imperial ciudad con mi carpeta de dibujo debajo del brazo, cuando sentí que una voz como un inmenso suspiro pronunciaba a mi lado vagas y confusas palabras: me volví apresuradamente, y cuál no sería mi asombro al encontrarme completamente solo en la estrecha calleja. Y, sin embargo, indudablemente una voz, una voz extraña, mezcla de lamento, voz de mujer, sin duda, había sonado a pocos pasos de donde yo estaba. Cansado de buscar inútilmente la boca que a mi espalda había lanzado su confusa queja, y habiendo ya sonado la hora del ANGELUS en el reloj de un cercano convento, me dirigí a la posada que me servía de refugio en las interminables horas de la noche. Al quedarme solo en mi habitación, y a la luz de la débil y vacilante bujía, tracé en mi álbum una silueta de mujer. Dos días después, y cuando ya casi había olvidado mi pasada aventura, la casualidad me llevó nuevamente a la torcida encrucijada teatro de ella. Empezaba a morir el día; el sol teñía el horizonte de manchas rojas, moradas; caía grave en el silencio la voz de bronce de las horas. Mi paso era lento, una vaga melancolía ponía un gesto de duda en mi semblante. Y otra vez la voz, la misma voz del pasado día, volvió a turbar el silencio y mi tranquilidad. Esta vez decidí no descansar hasta encontrar la clave del enigma, y cuando ya desconfiaba de mis investigaciones, descubrí en una vieja casa, de antiquísima arquitectura, una pequeña ventana cerrada por una reja caprichosa y artística. De aquellas ventanas salía, indudablemente, la armoniosa y silente voz de mujer. Era completamente de noche, la voz-suspiro había callado y decidí volver a mi posada, en cuya habitación de enjalbegadas paredes, y tendido en el duro lecho, ha creado mi fantasía una novela que, desgraciadamente…, nunca podrá ser realidad. Al día siguiente, un viejo judío que tiene su puesto de quincalla frente a la vieja casa en que sonó la misteriosa voz, me contó que dicha casa está deshabitada desde hace mucho tiempo. Vivía en ella una bellísima mujer acompañada de su esposo, un avaro mercader de mucha más edad que ella. Un día el mercader salió de la casa cerrando la puerta con llave, y no volvió a saberse de él ni de su hermosa mujer. La leyenda cuenta que desde entonces todas las noches un fantasma blanco con formas de mujer vaga por el ruinoso caserón, y se escuchan confusas voces mezcladas de maldición y lamento. Y la misma leyenda cree ver en el blanco fantasma a la bella mujer del mercader avaro.
Voz de mujer que como música celeste, como suspiro de un alma enamorada, viniste a mi, traída por la caricia del aire lleno de aromas de primavera. ¿Qué misterio hay en tus palabras confusas, en tus débiles quejas, en tus armoniosas y extrañas canciones?
BÉCQUER, GUSTAVO ADOLFO (España 1836-1870)
Nasrudín y Tamerlán
—Nasrudín —dijo el gran emperador Tamerlán—, ¡he decidido nombrarte juez supremo!
—Es un honor, Excelencia, pero no soy digno de ello.
—¿Rechazas un mandato real?
—No tengo elección, majestad. Un juez debe ser un hombre puro y justo.
—Cierto.
—Bien, he dicho que no soy digno. Si estoy diciendo la verdad, entonces no debería ser juez, y si estoy mintiendo, entonces, ¿cómo un mentiroso va a convertirse en juez supremo?
ANÓNIMO ÁRABE
Lealtad
Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca. El hombre tenía a su madre viviendo en una lejana localidad y no quería dejar de despedirse de ella por este motivo. Hizo al rey la petición de que le permitiese partir unos días para visitar a su madre. El monarca sólo puso una condición, que un rehén ocupase su lugar mientras permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado por él. El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto. El rey dio un plazo de siete días para que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo no regresaba el condenado.
Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo y se anunció la ejecución del rehén para la mañana del día siguiente. El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros, y éstos respondieron:
-¡Oh, majestad! Está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento ha dudado de que su amigo volverá.
El rey sonrió con escepticismo.
Llegó la noche del sexto día. La tranquilidad y la confianza del rehén resultaban asombrosas. De madrugada, el monarca indagó sobre el rehén y el jefe de la prisión dijo:
-Ha cenado opíparamente, ha cantado y está extraordinariamente sereno. No duda de que su amigo volverá.
-¡Pobre infeliz! -exclamó el monarca.
Llegó la hora prevista para la ejecución. Había comenzado a amanecer.
El rehén fue conducido hasta el patíbulo. Estaba relajado y sonriente.
El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén. El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno. Justo cuando el rey iba a dar la orden para la ejecución, se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo. El rey, emocionado, concedió la libertad a ambos hombres.
ANÓNIMO INDIA
Todo lo importante
Sentado en el viejo sillón de la residencia de ancianos convino en recordar y hacer recuento de todas las cosas importantes que acaecieron a lo largo de su vida. «No puedes llegar tarde, te despedirán» decía Marga, su esposa. El jefe ahora está muerto y su empresa ya no existe. «No podemos invitar a tu primo Ezequiel a la boda de la niña. El no nos invitó a nosotros». Ezequiel murió, «la niña» se divorció y ahora trabaja en otro país, esperando su próxima jubilación. «Si seguimos así no vamos a poder pagar la hipoteca de la casa este mes». La casa la vendimos y el dinero voló. En el lugar donde estaba, ahora hay un hipermercado. ¿Qué fue de todas aquellas cosas importantes? ¿Dónde están ahora? ¿Y todas esas personas, amigos y familiares…? Todos muertos y olvidados. Hasta los lugares conocidos desaparecieron. Y Marga… ¿Qué queda sino sentarse y esperar a la muerte? De pronto, a sus ochenta y dos años, se levantó del sillón, abrió el baúl donde guardaba sus escasas pertenencias y sacó un maletín con óleos y un lienzo. Se puso a pintar y pintó el mejor cuadro de toda su vida. En él estaban fundidos los infinitos colores de los años de experiencia, la riqueza y el relieve de los cientos de lugares que había conocido y el complejo entramado de luz y sombra de todas las emociones que alguna vez habitaron su interior. Y entonces pensó: «La muerte puede venir cuando desee. Aquí nadie la espera».
CEBRIÁN, ANTONIO (España 1964)
Lo más valioso
Contó rabí Idi.
Había en Sidón cierta mujer que, tras vivir diez años con marido, no tuvo hijos, la pareja, pese a quererse, se presentó entonces al rabí Shimón ben Iojai, en demanda de divorcio. El rabí les dijo:
-Vuestra unión fue celebrada con un banquete; celebrad vuestra separación del mismo modo.
Los esposos aceptaron.
Durante el banquete, la mujer hizo que el marido bebiese más que de costumbre de modo que terminó dormido. Ella llamó entonces a los criados y les indicó:
Llevad a mi marido a la casa de mi padre.
En medio de la noche el marido se despertó y preguntó a la esposa:
-¿Dónde estoy?
Ella le contestó:
-En casa de mi padre.
-¿Pero, por qué? -insistió él.
-¿No me dijiste -replicó ella- que escogiera lo que me pareciese más valioso de tu casa para llevármelo a casa de mi padre? Pues para mí no hay nada más valioso que tú.
Entonces la pareja volvió a ver al rabí Shimón. Este oró por los cónyuges, y el Señor les concedió un hijo.
MIDRASH SHIR HASHIRIM RABA I (Árabe) No he encontrado imágenes
La selección de textos para este artículo es bastante maleable y, si bien comentaré algunos elementos en común entre ellos, es evidente que de seguro encuentren otros a su vez así como en algún otro momento se me atraviese una lectura que pueda enlazar con uno o varios de estos relatos. Como en todos ellos hay algo de la explicación de lo originario o la justificación de la existencia de un «fantasma» o la posibilidad de aprender una lección a partir de una situación, tomaré grupos de acuerdo con ciertos criterios temáticos o relacionados con el mensaje al que apuntan.
LAS FORMAS DE LA JUSTICIA
«Nasrudín y Tamerlán» (anónimo árabe), «Lealtad» (anónimo indio) y «Juicio del río» (Virginia Vidal) son los que considero en este primer apartado. En todos ellos está presente algún aspecto de la justicia, no siempre en la forma de ejecutar o enjuiciar sino también de expresar lo que es justo.
- De este modo, un personaje como Nasrudín expone que el puesto que le proponen no sería justo, tanto si su respuesta es verdadera o consiste en una mentira
—Bien, he dicho que no soy digno. Si estoy diciendo la verdad, entonces no debería ser juez, y si estoy mintiendo, entonces, ¿cómo un mentiroso va a convertirse en juez supremo?
- «Lealtad» y «Juicio del río» coinciden en el hecho de que hay algo o alguien que debe atravesar un juicio y recibir una sentencia. Sin embargo, también contienen una particularidad. «Juicio del río» no deja esa decisión en manos del hombre sino en la obra de la Naturaleza y, de acuerdo con su comportamiento, acusado y acusador deberán aceptar la sentencia adecuada;
“el acusado será lanzado al río. Si muere, su acusador tomará su casa. Si el río lo respeta y no se ahoga, tomará la casa de su acusador, quien será condenado a muerte”.
«Lealtad», entretanto, exhibe cómo puede volverse un acto de justicia liberar tanto al prisionero dejado en garantía como a quien iba a ser ejecutado cuando el gobernante descubre que esa persona actúa honestamente (regresa para liberar a quien quedó como rehén mientras él cumplía con el deber de despedir a su madre)
El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén. El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno. Justo cuando el rey iba a dar la orden para la ejecución, se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo. El rey, emocionado, concedió la libertad a ambos hombres.
LO VALIOSO E IMPORTANTE
«Todo lo importante» (Antonio Cebrián) y «Lo más valioso» (Midrash Shir Hashirim Raba I) demuestran que lo esencial está en otros aspectos que a veces dejamos de lado.
- El cuento de Cebrián deposita ese valor en la experiencia vivida, en los sentimientos atravesados a pesar de las vicisitudes, en aquello que demuestra que ya no tiene sentido el temor a la muerte
Se puso a pintar y pintó el mejor cuadro de toda su vida. En él estaban fundidos los infinitos colores de los años de experiencia, la riqueza y el relieve de los cientos de lugares que había conocido y el complejo entramado de luz y sombra de todas las emociones que alguna vez habitaron su interior. Y entonces pensó: «La muerte puede venir cuando desee. Aquí nadie la espera».
- «Lo más valioso» rescata hasta qué punto aferrarse a los afectos y reconocer lo importante de ellos puede ser más potente que cualquier escollo; cuando iban a separarse por no tener hijo, al dividir sus bienes para el divorcio, una decisión cambia el desarrollo de las vidas de los personajes
-¿No me dijiste -replicó ella- que escogiera lo que me pareciese más valioso de tu casa para llevármelo a casa de mi padre? Pues para mí no hay nada más valioso que tú.
Entonces la pareja volvió a ver al rabí Shimón. Este oró por los cónyuges, y el Señor les concedió un hijo.
Se suma a los anteriores otro que también mencionaré en otro apartado: «Cuento zen» (D. J. Salinger) ya que se destaca a un personaje que ha aprendido a encontrar lo esencial más allá de los detalles triviales, alguien a quien el personaje interpelado considera como superior por ese logro
Se asegura de lo esencial y olvida los detalles triviales; atento a las cualidades interiores, pierde de vista las exteriores. Ve lo que quiere ver y no lo que no quiere ver. Mira las cosas que debe mirar y descuida las que no es necesario mirar.
APRENDIZAJES
«El cuento del predicador» (anónimo), «El agua del Paraíso» (anónimo árabe) y «Cuento zen» (D. J. Salinger) parecen transmitir en particular algún tipo de enseñanza (independientemente de que pudiera haberlas en las historias anteriores).
- «Cuento zen», que ya hemos mencionado más arriba (y por cierto ya hay en la cita realizada algo de la enseñanza), se inscribe en esta sección porque (pese al pensamiento del gobernante que recrimina al beduino que le recomendó un mejor vendedor de caballos que él) concluye reafirmando el valor que el beduino le ha dado a quien considera superior a sí mismo en habilidades y ello se pone de manifiesto en el final de la historia
«Ese amigo tuyo —dijo— a quien le encargué que me buscara un caballo, se ha hecho un buen lío. ¡Ni siquiera sabe distinguir el color o el sexo de un animal! ¿Qué diablos puede saber de caballos?» (…) Kao es un juez tan perspicaz en materia de caballos, que puede juzgar de algo más que de caballos.»
Cuando el caballo llegó, resultó ser un animal superior.
- «El cuento del predicador» representa la típica historia en la que el «alumno» cree haber superado al maestro y más aún si además de aprender de él es más poderoso. Sin embargo, también el alumno deberá aprender que la lección final quizás no le ha llegado y la situación pueda cambiar algún día
“Te falta algo para igualarte a mí, oh hombre insensato. Cuando llegues al grado de pobreza en el que estoy yo, cuando hayas llegado a mi pueblo tras un penoso camino y te arrojen de él como tú haces conmigo, cuando te veas errante por los secos caminos del desierto con el corazón triste y rotas tus esperanzas, cuando sientas al final de tus días que el desprecio se arroja sobre tu alma, entonces podrás decir con verdad que me igualas o incluso que eres mayor que yo”.
FANTASMAS/APARICIONES
Aunque tienen un mecanismo de funcionamiento diferente, las historias con este tipo de personajes siempre están tratando de explicar alguna presencia y, en especial, su persistencia. «La voz del silencio» (Gustavo Adolfo Bécquer) proviene de la tradición toledana; «Apariciones» (Max Valdés) -si no lo es- se presenta como una de las que denominamos «leyendas urbanas».
- La historia de una mujer que siglos atrás habría quedado encerrada en un lugar donde resuenan voces a la hora del Angelus es lo que mueve al narrador de «La voz del silencio» a sentirse atraído más allá de cualquier explicación que pudieran darle
La leyenda cuenta que desde entonces todas las noches un fantasma blanco con formas de mujer vaga por el ruinoso caserón, y se escuchan confusas voces mezcladas de maldición y lamento. Y la misma leyenda cree ver en el blanco fantasma a la bella mujer del mercader avaro.
- «Apariciones» (Max Valdés) tiene un giro humorístico puesto que el plural del título no es casual: doña Javiera es un fantasma, pero también lo es cierto individuo mencionado en el texto. Uno al que, por cierto, no pueden atrapar ni vivos ni fantasmas
insisten en la presencia de un inusual homicida que habitó entre los años 1973 y 1988 y que aún no puede ser desenmascarado ni por los vivos ni por el espíritu de la infatigable Doña Javiera.
Por cierto, por el ámbito y tiempo que se mencionan en el cuento podría decirse que hay una alusión a la historia real por fuera de la ficción.
En otro orden en relación con los textos anteriores «La mariposa» (Salvador Elizondo), con esa inocente aclaración «composición escolar» parece inscribirse en las historias que intentan explicar, desde la visión de los niños, cómo o por qué suceden ciertos hechos de la Naturaleza y de dónde surgieron. No se trata de un insecto; es un mecanismo inventado por los chinos, con un ideograma mágico y que se comporta ante el narrador como debe hacerlo (aun si simulara estar muerta)
La está devorando el dios del mediodía que sólo se alimenta de viejas mariposas (…) dicen que las mariposas fueron inventadas, como todas las cosas que hay en China, por el Emperador Amarillo que vivió en la época legendaria del Fénix y a quien también se debe la invención de la escritura, de las mujeres y del mundo.